El trabajo
del detective consiste en hacer un seguimiento del
empleado, para lo cual los investigadores se personan en el domicilio
del sospechoso y le estudian hasta que recaban el número de pruebas
suficiente.
Toda investigación de este tipo toma como eje dos aspectos:
En
primer lugar, es preciso determinar que el trabajador de baja está
haciendo algo que agrava la lesión que dice tener. Según relatan los
detectives, no es extraño descubrir a un aquejado de lumbalgia, por
ejemplo, "haciendo esfuerzos físicos en la calle, a temperaturas de cero
grados", exponen a modo de ejemplo. Los jueces de lo social, órgano
encargado de determinar si un despido es procedente o no, habitualmente
no suelen tener demasiadas dudas al dictar sentencia.
Hay otro supuesto, que no es infrecuente: cuando el empleado que goza de esa baja laboral es cazado
trabajando para otra empresa, "por ejemplo la de su cuñado", cargando
sacos de cemento sobre un hombro que, sobre el papel, estaba maltrecho y
había motivado precisamente la baja.
La labor detectivesca siempre se desarrolla en paralelo a la
ley, buscando ese efecto. Una vez descubierto el uso fraudulento de la
baja laboral, los detectives redactan un informe con las pruebas
documentales, en las que se incluyen las fotografías y vídeos. En base a
ese dossier, el empresario redacta la carta de despido. Por lo general,
si el empleado considera que tiene alguna posibilidad de recurrir,
demanda el despido. El caso acaba en un juzgado de lo social, y es el
juez quien determina si el despido es procedente o no.
Los detectives
consultados no ocultan que, de vez en cuando, es necesaria su presencia
en las salas judiciales para aclarar este tipo de situaciones.