Entre los casos más sorprendentes de intentos de estafa al seguro surgidos durante el año 2016, destaca un intento
de fraude protagonizado por un grupo de cuatro amigos.
Tras sufrir un accidente de tráfico, todos resultan
lesionados, sufriendo la más grave de ellos un traumatismo craneoencefálico
severo.
Cuando sale del coma en el que pasa varios días, sus habilidades cognitivas se han visto afectadas: presenta un coeficiente intelectual límite, muestra dificultades importantes para la comunicación y no sabe manejar el dinero ni ubicar el tiempo. Todos los médicos que valoran el caso pronostican una futura dependencia.
Aunque los jóvenes son susceptibles de mejorar algo, ella no parece mejorar nada, pero en una revisión realizada a solas, uno de los médicos nota cambios en su actitud. No se encuentra dirigida en sus respuestas, como cuando va acompañada: reconoce ir a veces sola a rehabilitación, utilizar el transporte público, etc.
Ante las sospechas, se realizan una serie de investigaciones en las redes sociales, encontrando en tres redes distintas que la joven hace vida normal: tiene nuevo novio, queda con los amigos, publica fotos con frecuencia, emplea dobles sentidos en su lenguaje…
Un seguimiento posterior de un detective privado demuestra que transita sola por la calle, entra en comercios y paga por sí misma, etc. Es decir, las consecuencias reales del accidente, aun existiendo, no han sido tan graves como ella simula.
En los juzgados, el abogado de la chica exigió una indemnización de un millón de euros, mientras que el fiscal exigió 750.000. No obstante, las pruebas presentadas por la aseguradora desmontaron la tesis de la accidentada, según la cual dependía totalmente de sus familiares.
La indemnización final queda en unos 230.000 euros. La sentencia reconoce una incapacidad permanente total, pero no otorga compensación por ayuda de tercera persona, ni por daño moral de los familiares. Tampoco se produce desembolso alguno por gastos ni por intereses.
Fuente: intereconomia.com
Cuando sale del coma en el que pasa varios días, sus habilidades cognitivas se han visto afectadas: presenta un coeficiente intelectual límite, muestra dificultades importantes para la comunicación y no sabe manejar el dinero ni ubicar el tiempo. Todos los médicos que valoran el caso pronostican una futura dependencia.
Aunque los jóvenes son susceptibles de mejorar algo, ella no parece mejorar nada, pero en una revisión realizada a solas, uno de los médicos nota cambios en su actitud. No se encuentra dirigida en sus respuestas, como cuando va acompañada: reconoce ir a veces sola a rehabilitación, utilizar el transporte público, etc.
Ante las sospechas, se realizan una serie de investigaciones en las redes sociales, encontrando en tres redes distintas que la joven hace vida normal: tiene nuevo novio, queda con los amigos, publica fotos con frecuencia, emplea dobles sentidos en su lenguaje…
Un seguimiento posterior de un detective privado demuestra que transita sola por la calle, entra en comercios y paga por sí misma, etc. Es decir, las consecuencias reales del accidente, aun existiendo, no han sido tan graves como ella simula.
En los juzgados, el abogado de la chica exigió una indemnización de un millón de euros, mientras que el fiscal exigió 750.000. No obstante, las pruebas presentadas por la aseguradora desmontaron la tesis de la accidentada, según la cual dependía totalmente de sus familiares.
La indemnización final queda en unos 230.000 euros. La sentencia reconoce una incapacidad permanente total, pero no otorga compensación por ayuda de tercera persona, ni por daño moral de los familiares. Tampoco se produce desembolso alguno por gastos ni por intereses.
Fuente: intereconomia.com