Todo comenzó en enero de 2014 con un mensaje anónimo que llegó al correo electrónico de la administración de Parques Reunidos, empresa que gestiona el
Zoo de Madrid desde 1967. El mensaje decía
: “Les escribo para avisarles de que en el zoológico les están robando a ustedes y perjudicando a los trabajadores y que los ladrones llevan actuando más de un año”. También aportaba dos nombres, el del gerente y uno de los taquilleros.
Ambos fueron detenidos la semana pasada como presuntos autores de una estafa de más de un millón de euros realizada con la venta de entradas falsas en el Zoo de Madrid.
Los responsables de Parques Reunidos contrataron los servicios de detectives privados con el fin de verificar los hechos denunciados. Así fue como pudieron comprobar el modus operandi de los estafadores.
El detective compró una entrada un día con dinero en efectivo y pitó al entrar, pero le dejaron pasar sin problemas. Otro día hizo lo mismo, pero pagó con tarjeta. Ocurrió lo mismo, pitó pero pasó.
Los empleados tenían orden expresa del gerente de dejar pasar, a pesar de que las entradas procedentes de la taquilla número 2 no fuesen identificadas por el lector electrónico de la entrada. Eran falsas, duplicados, pero tenían un defecto: el código de barras estaba desplazado y por eso pitaban.
Habían instalado un disco duro externo para evitar que las entradas compradas con dinero en efectivo se contabilizasen en el sistema de registro de boletos central, con lo que esa taquilla no computaba, era como si nadie comprase entradas allí. En el caso de los pagos con tarjeta, utilizaban un datáfono portátil, guardaban las copias de los pagos y los hacían pasar por la taquilla número tres a cambio de llevarse el dinero correspondiente en metálico.
El Zoo calcula que han llegado a robar 1.168.147 euros, el equivalente a vender más de 40.000 entradas falsas en un año, tiempo estimado que han estado realizando estas operaciones fraudulentas.
Con los informes de la agencia de detectives y los de una empresa informática que comprobó que se había instalado un disco duro externo, los responsables del Zoo acudieron a la policía a principios del mes de julio pasado.
El gerente aseguró ser el único beneficiario del fraude y reconoció que tenía una caja fuerte en un banco con un total de 103.225 euros y que estaba dispuesto a devolverlos.
El caso sigue abierto y está en manos del juez del Juzgado de Instrucción número 2 de la plaza de Castilla.