Muchas encuestas confirman que las cenas de empresa en época navideña son escenarios propicios para una infidelidad.
En estos ámbitos festivos, coincidimos con personas a las que vemos cada día, pero en un contexto diferente. Tendemos a desinhibirnos y a querer liberar deseos que en el trabajo tratamos de ocultar, nos relajamos y olvidamos las medidas de prudencia que solemos seguir. El exceso de copas suele hacer el resto.
No es extraño, por tanto, que una de las investigaciones más contratadas estos días en las agencias de detectives sea la de las cenas de empresa. La intención es pillar “in fraganti” al presunto infiel.
Una vez cometida la infidelidad, el gran dilema es confesar o no. La culpa es una de las emociones más molestas e incómodas de llevar y resulta liberador deshacerse de la ansiedad que produce el ocultarla, pero hay que tener en cuenta que la herida interna que la infidelidad produce puede que no se cure jamás del todo.
Tras una infidelidad es muy importante dar tiempo y tener paciencia con la persona afectada, pues se trata de una herida infligida en la autoestima. El descenso de la confianza es drástico y la recuperación de la misma es un camino lento.
Fuente: www.ahoravalencia.es