Un detective, contratado por una editorial gallega, ratificó en sede judicial que los empleados de un local le fotocopiaron
varios libros de texto completos, lo que supone un delito contra la propiedad intelectual.
El investigador privado, que se hizo pasar por un cliente, pudo
probar así las sospechas de que el establecimiento pirateaba obras registradas.
El testimonio del detective contradijo la declaración de los dos administradores acusados de infringir la propiedad intelectual, que aseguraron en el juicio que no estaban físicamente en el local pero, como responsables, dieron órdenes expresas a su personal de fotocopiar solo el 10% de las páginas de cada libro, máximo autorizado por la ley.
Según la Fiscalía, las implicadas son dos empresas que actuaban de forma coordinada y conjunta, hasta el punto de hacer una las facturas de la otra, elaborar trabajos y encargos en un local u otro de forma indistinta y compartir trabajadores. Supuestamente, entre junio y octubre de 2012, las dos empresas fotocopiaron la totalidad del contenido de cuatro libros de ejercicios y teóricos de dibujo técnico de bachillerato.
Fuente: La Voz de Galicia
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